La enfermedad de Alzheimer es la más frecuente e importante enfermedad degenerativa del cerebro. Aunque la enfermedad ha sido descrita en cada período de la vida adulta, la prevalencia es notoria en la séptima década o posteriormente.
Una forma útil de calcular la prevalencia aproximada consiste en considerar que la prevalencia de la demencia se duplica cada 5 años a partir de los 60 años de edad: 1% a los 60 años, 2% a los 65; 4% a los 70; 8% a los 75 años;16% a los 80 y 32% a los 85 (White, Cartwright, Cornoni-Huntley y Brock, 1986). Otro tanto, aproximadament sucedería con la incidencia: 0.6% entre 65 y 69 años de edad, 1% a los 70-74 años, 2% de 75 a 79, 3.3% de 80 a 84 y 8.4% en población con 85 o más (Hebert y cols., 1995). Alrededor de 60% (rango: 40%-80%) de todos los casos de demencia son producidos por la enfermedad de Alzheimer (EA). Además, existen formas “mixtas” con otras patologías (demencia vascular, demencia con cuerpos de Lewy, etc), por lo que la EA puede llegar a estar presente desde una perspectiva neuropatológica hasta en 90% de todos los cerebros de pacientes con demencia.
En nuestro país, teniendo en cuenta los resultados de estudios “puerta a puerta”, se ha encontrado una prevalencia variable de EA, con una media de aproximadamente 5.5% en sujetos de 65 años o más (Del Barrio, De Pedro Cuesta,Boix, Acosta, Bergareche, Bermejo-Pareja y cols., 2005). Aplicando esta cifra y teniendo en cuenta la composición etaria de la población española, se calculó que en 2004 debía haber 350.000 a 400.000 casos de EA en España.
El coste económico de la demencia en España se debe aproximar a los 6.000 millones de euros anuales (valor en 2004, homogeneizado en poder adquisitivo con los otros países de la Unión Europea) (Andlin-Sobocki, Jonsson,Wittchen y Olesen, 2005), aunque estudios realizados en nuestro país aproximarían esas cifras tan sólo para EA(Boada, Peña-Casanova, Bermejo, Guillen, Hart, Espinosa, y cols., 1999)
Las previsiones, si no se modifica la situación actual, es que para el año 2030 puede aumentar la cifra de pacientes con demencia y con EA hasta en un 75% (Mount y Downton, 2006) mientras la población activa para hacer frente a ese reto decaerá drásticamente (Wancata, Musalek, Alexandrowicz y Krautgartner, 2003).
Una de las esperanzas para modificar el estado actual de las cosas es la prevención. Actualmente se han identificado una serie de posibles factores de riesgo potencialmente tratables como la hipertensión, cardiopatía, diabetes, hipercolesterolemia, hiperhomocisteinemia, traumatismos craneales, escasa actividad intelectual y física, bajo nivel educativo, escasa interacción social y actividades de ocio (Scalco y Van Reekum 2006). Las intervenciones tempranas sobre estos factores podrían suponer una considerable reducción de la prevalencia (Borenstein, Copenhaver y Mortimer, 2006).
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